Faroléate

31 de octubre de 2011

Capítulo Extra (Final)

Tra el combate, la fiesta si que fue totalmente exagerada y recordada durante siglos. Además la cabeza del general se clavó en una lanza en el puerto como maldición para todo aquel enemigo que allí fuera. Gabúleo: veterano y héroe local se retiró a una ciudad apartada donde pasó sus últimos días como profesor intentando copiar la vida de su padre. Murió una mañana de junio con 56 años al hacer un trabajo forzoso donde tropezó y se golpeó. Sus leyendas no son nuevas ni viejas son sólo la pura historia de un héroe llamado Gabúleo Magno.
                                                                                   FIN

Capítulo 10 (El regreso del Persa)

El festival estaba en su apogeo, las calles estaban rebosantes de espectáculos, las casas decoradas y el palacio con un gran banquete en su interior con los héroes de la batalla. El puerto no estaba vigilado por lo que nadie divisó las cinco galeras que irrumpieron en aquellas aguas tranquilas. Al atracar se bajó el general persa y el resto de su guarnición. Un hoplita observó la escena atemorizado en una carreta cercana y para cuando echó a correr el general le había lanzado una daga que le hirió de muerte.Tras de esto los persas ya armados comenzaron a saquear toda Salamina. El combate fue casi nulo pues no había casi ningún griego armado. La guardia de palacio avisó rápidamente a nuestro héroe local, Gabúleo. Éste tomó las armas y se alzó contra los persas que pausadamente llegaban al palacio. El terror era caótico, las mujeres y los niños lloraban, los hombres peleaban y morían. El general persa se abrió paso entre la multitud a base de sus voraces perros que iban comiendo los pedazos de carroña que había dejado la batalla. Gabúleo se vio cara a cara de nuevo con ese general que... que... pero si había muerto. -Como ves Gabúleo no he muerto ni moriré pronto, primero te mataré como tuve que haberte matado ya hace tiempo. El persa sacó la espada y comenzó el combate. Gabúleo le atizó golpes certeros que hirieron al persa pero éste no se rindió. Atacó traicioneramente a la pierna para dejar cojo a Gabúleo Magno pero no cayó siguió en pie valiente y honoríficamente. El general enfadado agarró a un perro herido y se lo lanzó al griego, ya herido y en el suelo con una piedra hizo un lanzamiento de puntería al ojo que dejó al persa tuerto.Tras de sí Gabúleo portaba una espada forjada en memoria de su ascenso social que usó para dar el golpe de gracia. El general persa tenía clavada una espada en todo el corazón. Se desplomó como una roca. El ejército persa al conocer la noticia de la muerte de su general huyeron deprisa con lo que llevaban rumbo a su fortaleza del mar.

17 de octubre de 2011

Capítulo 9 (La Isla Persa)

Al amanecer la isla parecía un obstáculo del mar que se interponía en el camino de la corriente. A lo lejos el centinela del campamento divisó una embarcación que se acercaba. Cuando rozó tierra un grupo de persas fué a ver de que se trataba. El capitán lo reconoció enseguida, -¡Es el general persa que ha estado a cargo de la gran flota!. Entonces dedujo vía rápida que había sido destruida y eliminada. El capitán mandó llamar a un curandero que se puso a sanar al magullado general. La mañana siguiente fué larga: el general despertó y  empezó a planear el resto de su plan. Éste había salido a la perfección. *- Si la batalla está perdida enfrentarse con el griego al mando y dejarse herir. Después huir en una balsa preparada antes de la batalla. Por último dirigirse a la isla-fortín.Y por cierto la mitad de los barcos no han de tener soldados, solo gente remando. El persa se sonrojó feliz tras su brillante victoria, pues es más fácil atacar una ciudad en fiestas que una ciudad en armas.

15 de octubre de 2011

Capítulo 8 (Esto no ha acabado)

El barco persa cedía ante la fuerza de la combustión, se hundió y el cuerpo yerto del general persa con él. Gabúleo había huido unos minutos antes, tras esto incendió el barco persa y se subió a su trirreme con los cuatro supervivientes griegos. Cuatro valientes hermanos suyos que habían luchado hasta la muerte. El barco griego llegaba a buen puerto: Salamina. Los valientes hombres de Gabúleo fueron aclamados y bendecidos por los dioses. A Gabúleo en especial le dieron el sobrenombre de Magno al haber conseguido esa clara victoria y haber vencido al general persa. El festival de la ciudad duró cinco días pero mereció la pena. Pero no todo era así de dorado no. El general persa no había muerto había huido con los restos de una balsa a territorio persa. Él no había muerto en el combate contra gabúleo había escapado. Colocó habilmente un muñeco con su ropa y para concluir escapó en la balsa magullado y herido ocultándose entre los restos de los barcos rotos. Gabúleo tuvo al dormir un sueño que le decía que tuviera cuidado pues no había pasado el peligro.

3 de octubre de 2011

Capítulo 7 (El Tirano)

Dos ojos, una nariz afilada de metal, una vela, un trirreme Griego, el de Gabúleo. El barco se acercaba junto a otro barco aliado al gran barco Persa donde se encontraban los Grandes generales Persas. Las embarcaciones griegas al son del remo se acercaron a la nave Persa. -¡Colisión! Persas estad preparados. Los Griegos ya preparados saltáron al Galeón Persa. Los Persas resistían pero nuestro Gabúleo pasaba a los Persas a cuchillo limpio. Las cabezas y los putrefactos cuerpos rodaban. A un Persa le colgaba un pingajo rojo y amarillo de la cabeza. Otro iba en busca de sus muelas cuando Gabúleo le cogió de las piernas y lo lanzó por la borda. Entonces un escalofrío recorrió a los Griegos. Una puerta vieja y rota por los proyectiles dejó ver uno de los misterios. Salió el General Persa un anciano canoso con un látigo. Al salir por lo alto del barco comenzó a gritar: Soltad a los perros. Entonces unos Persas abrieron unas jaulas donde se encontraban los perros, que feroces se lanzaron contra los Griegos ahora los Griegos tenían más dificultades pero no Gabúleo. Éste cogió la espada y se la clavó a los sucios perros. El general Persa dolido por la imagen se lanzó contra Gabúleo. Los demás seguían como podían la batalla los perros caían pero los Griegos también. Gabúleo despues de atravesar a un Persa con la espada se vió cara a cara con el general Persa. Éste saco su espada curva y comenzó un combate a muerte. Gabúleo más ágil se las ingenió para hacer que el Persa perdiera su espada. Entonces el general se arrodilló pidiendo clemencia: Piedad de un pobre viejo y malvado general. Gabúleo reflexionó. En ese momento la distracción favoreció al persa que intento coger un puñal del suelo pero cuando se lo fué a clavar a Gabúleo éste le había ya acuchillado. Era el fin de ese tirano que no vería más la luz del día...

Capítulo 6 (Honor y Sudor)

Gabúleo pensaba en las caras ya borrosas de las mujeres de su ciudad; estaban tristes pues iban a tener un cruel destino sus esposos. De repente una roca rompió la barandilla lateral en la que se encontraba Gabúleo; entró en razón, se despejó su recuerdo, cogió la lanza y su espada y empezó a dar órdenes a los hombres que remaban. Aquél ritmo melancólico les acercaba al enemigo, nadie se imaginaba que fueran tantos. La primera hilera de barcos hacía maniobras cautelosamente para acercarse a los barcos Griegos. El resto cargaban las catapultas y realizaban descargas ordenadas. Una roca partió un mástil, tras eso la vela cayó sobre otro barco produciendo el hundimiento de los dos barcos. Los Griegos respondían también pero con menor eficacia al tener peores armas. Los primeros barcos Persas, ya imparables, chocaron contra las filas Griegas comenzó así el abordaje... Gabúleo le lanzó la lanza al primero que osó subir a su barco. Sus pobres hombres se esforzaban por resistir pero este ataque era fuerte. Gabúleo que había creado una alfombra roja en el barco repartía gratis espadazos a los enemigos su frente era un hervidero de un líquido que hasta el desconocía, no había tiempo para pensar sólo para atacar primero. Al cabo de media hora ya sólo quedaban 35 barcos Griegos de 150. Los Persas seguían manteniendo una ventaja 74 de 180. Los soldados a cargo de Gabúleo habían derrotado a un barco Persa. Gabúleo lleno de júbilo les dijo: Vosotros ya habéis cumplido, pero, cumpliremos más ¡Al ataque!. El barco, ya torpemente, se abría paso entre los maderos rotos hacia otro barco que hundir. Los disparos de los trirremes Griegos parecían cada vez hacer más aunque serán cosas mías. Los Persas cansados seguían aniquilando a algún soldado de algún remoto barco Griego, la ventaja ya era menor y cada vez se igualaba más. Su padre siempre lo decía cuando las nubes son grandes aún queda mucho por lo que luchar en ese día.