Era una mañana de febrero de 1838 en Belchite había una relativa tranquilidad. Jesús María se hallaba sentado comiendo un panecillo a la puerta de su hogar. Ramón volvía más temprano de lo esperado. Ramón se acercó a Jesús María y le dijo: Padre, ya he labrado el campo y atado al caballo. Jesús asiente a la vez que acaba de comerse el panecillo. Un soldado se acerca a la escena. Es el entrañable Antonio un joven militar que ingresó el mes pasado en el ejército. Ramón se aleja de la escena mientras su padre se levanta y entra en la casa junto con Antonio. Entonces llega el momento; Antonio le cuenta a Jesús la información privada: -Jesús, los Carlistas planean atacar Zaragoza para el cinco de Marzo. -¡Qué! pero si hoy es ya 28 de Febrero, ya no hay tiempo. -Ya, pero el espía me ha informado hoy. - Hay que alertar a Zaragoza; no lo podemos permitir. En ese preciso momento entra Ramón y pregunta a padre sobre lo que Antonio le ha dicho. -Entonces hay que prepararse a conciencia para apoyar a nuestros vecinos Isabelinos. Belchite; un pueblo tranquilo y pacífico hasta la fecha ha de ir a tomar parte a la guerra Carlista. Así pues esta mañana de 1 de Marzo se ha reunido la milicia para partir. Ramón ha conseguido meterse en la tropa aunque su padre no lo aprobara. Este paisaje de la estepa nunca será lo mismo, aún recuerdo aquel día: nos separamos de las mujeres y del campo para afrontar nuestra realidad. La estepa se quedó sola a nuestra partida, se quedó triste, seca. Partimos así en este día a Zaragoza esa santa ciudad del Valle.
